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Hiyab: La sumisión a Dios en la mira (parte 3 de 8)

La sumisión a Al-lah es el pináculo de la existencia humana, mientras que someterse a cualquier otro (shirk) conduce inevitablemente a la opresión (dhulm) de uno mismo o de los demás: {[Recuerda] cuando Luqmán exhortó a su hijo diciéndole: "¡Oh, hijito! No dediques actos de adoración a otro que Dios, pues la idolatría es una gran injusticia"} [Corán 31:13] (ver también 39:29 y 16:75-76). Después de todo, ¿quién de la creación puede ser más justo, misericordioso y autosuficiente que el Creador? Por lo tanto, el siervo de Al-lah (‘abdul-lah) no está sometido a ningún otro, ni a sus ideologías, estándares o valores, ni a sus propios caprichos o deseos. Al esforzarse por alcanzar este noble estatus, uno es bendecido con un sentido verdadero, más profundo y duradero de liberación y empoderamiento para vivir la mejor versión de uno mismo, para darse cuenta de la dignidad y el estatus ante Al-lah y, a su vez, el respeto de los demás, y para alcanzar el éxito en este mundo y el otro. Esta es una realización crucial en el contexto del hiyab, y que desmantela de manera efectiva las dudas y los conceptos erróneos. Conectar el hiyab con la sumisión a Al-lah no solo deja en claro por qué se debe observar, de qué manera se debe observar y para quién, sino que también fortalece la fe, el propósito y la confianza en sí mismo, con los que se logra superar cualquier desafío y lucha personal que se pueda encontrar en este sentido.
Qué mejor ejemplo para admirar que el de Mariam (María), la madre de ‘Isa (Jesús), quien es reconocida por su sumisión y piedad. Ella es la mejor entre todas las mujeres de todos los tiempos , honrada y admirada en todo el mundo por la sinceridad y la fuerza de su fe frente al tremendo desafío a través de su sometimiento a Al-lah, ¡y su manifestación en su renombrada modestia! El Mensajero de Al-lah, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él dijo: “La mejor mujer (de su tiempo) fue Jadiya, y la mejor mujer (de su tiempo) fue María” (Musnad Aḥmad) (ver también Corán 3:37, 3:42-43 y 19:16-33).
La misma base de sumisión constituyó la creencia fundamental que se inculcó a los primeros musulmanes en La Meca. Es importante señalar que los primeros versículos del Corán revelados durante estos primeros trece años en la Meca se centraban en gran medida en el Tawhid, en el conocimiento de Al-lah y en el fortalecimiento de la fe y la sumisión, mucho antes de que la mayor parte de la legislación, incluido el mandato del hiyab, se revelara en Medina. Sin duda, la sabiduría detrás de esto, que sigue siendo válida en nuestros tiempos, es la necesidad de fortalecer primero la convicción y la certeza en la fe como la base sobre la que se construye la sumisión y la obediencia a Al-lah, ya sea en el contexto de facilitar la sinceridad, la coherencia y la facilidad en la oración, el ayuno, la caridad o la observancia del hiyab. Esto inculcará confianza y fuerza para superar los desafíos de cualquier presión personal o social. Por lo tanto, en el contexto del hiyab, es en la base de la sumisión a Al-lah que uno puede transitar con éxito a través de toda la falsa propaganda, los conceptos erróneos, las dificultades y las normas y valores sociales fugaces en relación con el papel de la mujer, la belleza y la imagen de sí misma, manteniéndose fiel a su propósito como ‘abd (sierva) de Al-lah. Solo entonces uno descubrirá su verdadera belleza interior y la satisfacción de alcanzar su pleno potencial, mucho más allá de todos los estándares mundanos.

Continúa en la parte 4... 

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