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Hiyab: La sumisión a Dios en la mira (parte 6 de 8)

Hiyab: La sumisión a Dios en la mira (parte 6 de 8)

¿Qué interpretación seguir?
Tal vez la mayor fuente de error y confusión con respecto al mandato del hiyab sea la interpretación errónea de los textos sagrados a través de los cuales ha sido legislado por Dios. Como atestigua el propio Corán, el Libro fue revelado a toda la humanidad en un discurso claro, en lengua árabe (ver Corán 26:192-95). Hasta el día de hoy, el lector se siente asombrado y maravillado, sea musulmán o no, incluso al leer una mera traducción de este milagroso discurso divino. Aunque el Corán es, en gran parte, fácil de entender en su redacción y significado literal, hay una serie de versículos que, en el momento de la revelación, requerían explicación, elaboración y demostración (como los rituales de la oración) por parte del Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sea con él, a sus compañeros; de hecho, en muchas ocasiones, estos le pidieron abiertamente dichas explicaciones.
Es importante señalar que todo lo que se nos transmite a partir de la Sunna, definida aquí como los dichos, las acciones y la aprobación tácita del Profeta, es una forma de revelación de inspiración divina (wahi) que debe tomarse junto con el Corán como autorizada, ya que el Profeta no actuó por cuenta propia con respecto a ningún asunto de la Shari’a. Ibn Al Qaiem (fallecido en el año 1350) lo resumió así: “Si Al-lah hizo que fuera un elemento necesario de la fe que los compañeros pidieran permiso para ir a algún sitio cuando estaban con el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, entonces es aún más obvio que es un elemento necesario de la fe que no adopten un punto de vista en [la] Religión sin pedir primero su permiso...”.

{No te he revelado el Libro [¡oh, Muhammad!] sino para que les aclares aquello sobre lo que discrepaban, como guía y misericordia para los creyentes} [Corán 16:64]
Los versículos que requieren una mayor aclaración pueden basarse en otros factores, como el contexto y el momento de la revelación, en su agrupación a la luz de otros versículos relacionados con el mismo asunto y, en algunos casos, en versículos redactados de forma más específica que deben tenerse en cuenta. Además, se presta atención a los versículos que contienen la evolución y la abrogación de una norma concreta ordenada por Al-lah, y a la lengua y la práctica del pueblo tal y como se entendía y existía en la época, por nombrar algunos factores para determinar la interpretación correcta del texto. Esto es un mero vistazo al vasto conocimiento y la metodología que comprenden las ciencias islámicas que los eruditos de la exégesis coránica y la jurisprudencia islámica emplean hasta hoy. Por lo tanto, es suficiente para el propósito de nuestro planteo señalar que uno no puede asumir el cargo de reinterpretar arbitrariamente el propósito de Al-lah detrás de una norma particular. Esto es válido para cada norma establecida, una vez que ha sido legislada y tiene precedentes en cuanto a cómo debe ser entendida y aplicada, desde el Profeta y después sus compañeros, quienes fueron testigos presenciales y lo entendieron mejor, y sus nobles sucesores a quienes el Profeta nos instruyó seguir: “Sigan mi Sunna y la sunna de los califas rectos y guiados, aférrense (a ellas) con los dientes, eviten los asuntos dudosos y las innovaciones pues son un desvío, y todo desvío conduce al Infierno” (At-Tirmidhi).
Aunque no se puede negar la necesidad de sensibilidad, empatía e inteligencia emocional por parte de hombres y mujeres eruditos a la hora de abordar esta cuestión, nunca se insistirá lo suficiente en que la ḥaia está prescrita para todos los individuos, tanto hombres como mujeres, y no pretende suprimir o marginar a las mujeres. Una vez más, esta objeción indica un desprecio por la autoridad legislativa del Profeta y sus compañeros, así como por el legado de la erudición islámica femenina ejemplar, que se remonta a las compañeras que estuvieron entre las primeras receptoras de la revelación y las reglas enseñadas directamente por el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él .
El Mensajero de Al-lah dijo: “Les he dejado dos asuntos. Mientras se aferren a ellos no se equivocarán de camino. Son el Libro de Al-lah y la Sunna de Su Profeta”.
Ahora que hemos establecido que la sumisión a Al-lah solo puede entenderse y practicarse a la luz del Corán y la Sunna, las dos fuentes primarias del Islam que contienen la religión en su totalidad para todos los tiempos (ver Corán 5:3), corresponde al creyente reconocer y comprender la importancia de adherirse a la correcta interpretación y práctica del texto, tal y como lo transmitió el Profeta a sus compañeros, que son la generación más noble de creyentes, y a las siguientes generaciones tempranas conocidas como “los predecesores piadosos” (salaf). El Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “Las mejores personas son las de mi generación (sus contemporáneos), y luego las que vendrán después de ellas (la siguiente generación), y luego las que vendrán después de ellas (es decir, la siguiente generación); y luego, después de ellas vendrán personas cuyo testimonio precederá a sus juramentos, y cuyos juramentos precederán a su testimonio [debido a su falta de veracidad y poca confiabilidad]” (Al Bujari). Por lo tanto, en su explicación del versículo, {Él es Quien creó la muerte y la vida para probarlos y distinguir quién obra mejor. Él es el Poderoso, el Perdonador} [Corán 67:2], Al Fuḍail Bin ‘Iiaḍ concluyó que, para que cualquier acción sea aceptada por Al-lah, debe hacerse con sinceridad en el corazón y adhesión a la Sunna en la acción. Dijo: “La mejor acción es la más sincera y la más apropiada”. La gente preguntó: “¡Oh, Abu ‘Ali! ¿Cómo puede ser la más sincera y la más apropiada?”, dijo: “Si la acción fuera sincera pero no fuera apropiada no sería aceptada, y si fuera apropiada pero no fuera sincera no sería aceptada; la sincera debe realizarse para Al-lah solamente, y la apropiada debe ser conforme a la Sunna” (Ibn Taimia).
{En cambio, los creyentes, cuando se los llama a aceptar el juicio de Al-lah y Su Mensajero en sus asuntos, dicen: "¡Escuchamos y obedecemos!". Ellos son los bienaventurados. Quienes obedezcan a Al-lah y a Su Mensajero, tengan temor a Al-lah y sean piadosos, ellos serán los bienaventurados} [Corán 24:51-52]
Respecto a la correcta comprensión del hiyab, es suficiente para el propósito de este artículo señalar que existen tanto pruebas textuales como precedentes que confirman que la correcta adherencia al hiyab es una obligación ordenada por Al-lah y Su Mensajero, y entendida y practicada por los compañeros y quienes les siguieron. Cuando escucharon los versículos del hiyab, las compañeras actuaron inmediatamente, dejando claro que su cumplimiento era un mandato de Al-lah que implicaba cubrirse y taparse modestamente desde que fue revelado. Estas nobles mujeres que presenciaron personalmente el momento de la revelación nos dieron cuenta de cómo se entendieron y se aplicaron los versículos, bajo la instrucción y aprobación del Profeta. Aisha, la amada esposa del Profeta, Madre de los Creyentes, gran erudita y maestra de los compañeros, dijo: “Que Al-lah tenga misericordia de las mujeres pioneras de los Muhayirun. Cuando Al-lah reveló el versículo: {y que dejen caer el velo sobre su escote} [Corán 24:31], cortaron sus sábanas y se cubrieron con ellas” (Al Bujari). Esta y otras narraciones similares, especialmente tomadas en conjunto con los versículos del Corán que ordenan el uso del hiyab, no dejan lugar a especulaciones. Además, Al-lah afirma sobre aquellos que aún deciden negar Su mandato: {[Esos tres ídolos] son solo nombres que ustedes y sus padres han inventado, porque Dios no les dio autoridad alguna para ello. [Los idólatras] solo siguen suposiciones impulsados por sus propias pasiones, a pesar de haberles llegado la guía de su Señor} [Corán 53:23].
 

Continúa en la parte 7...

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