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La participación de la mujer en a las oraciones en yama‘ah (congregación)

La participación de la mujer en a las oraciones en yama‘ah (congregación)

 

Durante La época dorada del tiempo del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, la mujer musulmana conocía acerca de su religión y estaba deseosa de comprender los eventos y asuntos que preocupaban a los musulmanes, tanto en este mundo como en el próximo. Cuando escuchaba el llamado a la oración, salía apresuradamente hacia la mezquita para oír las palabras del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, desde el minbar, guiando y enseñando a la gente. Fatimah Bint Qais, una de las primeras mujeres emigrantes a Al Madinah, dijo: "El pueblo era llamado a la oración, entonces yo salía deprisa junto a las otras hermanas para concurrir a la mezquita y orar con el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam. Yo me ubicaba en la primera fila de las mujeres, la cual estaba justo detrás de la última de los hombres".
 
Las mujeres musulmanas asistían a la mezquita en distintas ocasiones, y esa asistencia era una costumbre ya aprobada en tiempos del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam. Cierta vez, una mujer fue atacada cuando iba en camino a la mezquita, sin embargo este incidente no causó que el Profeta tuviera alguna reserva o prohibiera que las mujeres fueran a la mezquita. Él siguió permitiéndoles el libre acceso y prohibió a los hombres que se lo impidieran, debido al beneficio del tipo espiritual, mental y de otra índole, que hay para ellas al asistir a la mezquita de tiempo en tiempo.
 
Las mejores filas de las mujeres durante la oración
 
Varios de los hadices describen cómo acostumbraba a organizar el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, la concurrencia de las mujeres a las oraciones comunitarias; por ejemplo, el hadiz recopilado por Muslim: "Las mejores filas para los hombres son aquellas situadas adelante, y las peores son las de atrás; las mejores filas para las mujeres, en cambio, son las de atrás, y las peores son las de adelante".
 
Otro hadiz registrado por Al Bujari aborda el tema de dar espacio a las mujeres para abandonar la mezquita antes que los hombres, después de finalizada la oración. Hind Bint Al Hariz mencionó que Umm Salamah, la esposa del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, le dijo que “en la época del Profeta, sal-la Al-lahu ‘alaihi wa sal-lam, las mujeres se levantaban para irse cuando finalizaban las oraciones obligatorias, mientras que el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y los hombres que estaban junto a él, esperaban hasta que fuera la voluntad de Al-lah, Alabado sea. Cuando el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, se levantaba para marcharse, entonces los otros hombres recién lo hacían”.
 
Al Bujari y Muslim, también registraron un hadiz relativo a cómo las creyentes deben llamar la atención del Imam por medio un golpe de palmas, para corregirle algo durante la oración. Dijo Sahl Ibn Sa‘d As-Sa‘idi: "El Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: ‘¿Por qué os veo aplaudir tanto?' Quien se percate de algún error en mi oración debe decir: "Subhanalah", y al hacer esto me alertaréis del error. El aplaudir es solamente para las mujeres’ ".
 
El número de musulmanas que asistía a la mezquita se incrementaba diariamente, hasta que en la época de los Abasíes llegaron a colmar la explanada de la mezquita, y los hombres no tenían otra elección que orar detrás de ellas. Este fue el veredicto (Fatwa) del Imam Malik, tal como fue registrado en ‘Al Mudawanah Al Kubra’. Dijo Ibn Al Qasim: “Pregunté a Malik sobre la gente que va a la mezquita y encuentra el patio (de la mezquita) lleno de mujeres, y la propia mezquita llena de hombres: ‘¿Pueden aquellos hombres rezar con el Imam detrás de las mujeres?’ Malik respondió: ‘Su oración es válida, ellos no necesitan repetirla’”.
 
La musulmana realiza las oraciones Fard en grupo
 
Aunque el Islam no obliga a las mujeres a asistir a la oración comunitaria en la mezquita, dondequiera que las mujeres se reúnan se las alienta a ofrecer las oraciones fard en congregación. En este caso, quien lidere la plegaria debe situarse al medio de la primera fila, no enfrente, y no deben pronunciar el adhan o la iqamah. Esto es lo que Umm Salamah, la esposa del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, acostumbraba hacer cuando dirigía a otras mujeres en oración.
 
La participación en las oraciones de los ‘Id
 
El Islam honró a la mujer y la igualó al hombre en lo referido a los actos de adoración obligatorios. Las mujeres, además, son alentadas a asistir a los encuentros públicos el día del ‘Id Al Fitr y el ‘Id Al Ad-ha, con el fin de que puedan tomar parte en estas festividades benditas. Esto está manifestado en diferentes hadices registrados por Al Bujari y Muslim, en los cuales percibimos que el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, ordenó que todas las mujeres debían salir a estas festividades; incluyendo las adolescentes, las niñas que todavía no han alcanzado la pubertad, y las vírgenes, quienes regularmente permanecen en estado de recogimiento. Él, sallallahu ‘alayhi wa sallam, inclusive ordenó que las mujeres menstruantes salieran para tomar parte de esta ocasión festiva, y que se mantuvieran a distancia del lugar de oración. Su preocupación para que todas las mujeres asistieran a la oración en los dos ‘Id era tan grande, que ordenó a quien tuviera más de un hiyab dar uno a una hermana que no tuviera ninguno. De esta forma, estimuló, tanto la asistencia de todas las mujeres a las oraciones del ‘Id, como el apoyo y ayuda mutua para realizar acciones buenas y virtuosas.
 
Umm ‘Atiah relató lo siguiente:
 
·         "El Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, nos ordenó traer a las oraciones del ‘Id a las adolescentes, a las niñas que todavía no han alcanzado la pubertad, y a las vírgenes, quienes habitualmente permanecen apartadas. Y ordenó a quienes estuviesen menstruando, mantenerse a distancia del lugar de oración".
·         "Se nos solía enviar a los dos ‘Id, incluyendo a las mujeres que estuvieran en estado de recogimiento y fueran vírgenes. Las mujeres menstruantes también salían y permanecían detrás de la gente, uniéndose en la takbirah".
·         "El Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, nos pidió sacar a las adolescentes, a las niñas que todavía no han alcanzado la pubertad, a las mujeres menstruantes y a aquellas que habitualmente permanecen en estado de recogimiento, al ‘Id Al Fitr y al ‘Id Al Adha, para que puedan compartir las ocasiones festivas de los musulmanes; pero las mujeres menstruantes no se quedaban en el momento de la oración. Yo dije: '¡Oh, Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, una de nosotras carece de hiyab!' Y él dijo: 'Dejad que vuestra hermana se vista con uno de vuestros propios hiyabs’”.
 
Al Bujari registró lo siguiente: "Muhammad Ibn Sallam, nos comentó que ‘Abd Al Uahab relató de Aiub, y éste de Hafsah Bint Sirin, quien dijo: 'Nosotros solíamos impedir a nuestras niñas que no habían alcanzado la pubertad ir a los dos ‘Id. Cierta vez, vino una mujer y permaneció en el castillo de Banu Jalaf, y dijo que cierta vez su hermana preguntó al Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam: ¿Hay algo de malo si una de nosotras no tiene el hiyab y nunca sale por tal razón? A lo que él, sallallahu ‘alayhi wa sallam, respondi: "Dejad que vuestras amigas le den uno de sus hiyab, para que ella pueda salir a la luz y reunirse en las asambleas justas de los musulmanes".  Hafsah, en tanto dijo: "Cuando Umm ‘Atiah llegó, me presenté ante ella y le pregunté: ‘¿Escuchaste decir eso al Profeta?’ A lo que ella contestó: ‘¡Qué mi padre sea sacrificado por él! Claro que lo hice’ (ella nunca lo mencionó sin decir ¡Qué mi padre sea sacrificado por él!). Yo escuché decir al Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam: "Dejad a las jovencitas que habitualmente permanecen en recogimiento y a las mujeres menstruantes salir fuera y asistir a las reuniones justas de los creyentes, pero mantened alejadas a las menstruantes del propio lugar de oración".
 
Al Bujari también narra otro relato de Umm ‘Atiah, en el cual ella dice lo siguiente: "Se nos solía mandar a salir el día del ‘Id, y hasta sacábamos a las vírgenes de su recogimiento y a las menstruantes, quienes se situaban detrás de toda la gente, uniéndose en sus takbirat y ad‘iah, procurando la bendición y pureza de aquel día".
 
Son muchos los hadiz Sahihah que nos dan una clara señal de la preocupación del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, por el beneficio intelectual y espiritual de las creyentes. Él ordenó a todas las mujeres salir y participar de la oración del ‘Id, incluyendo a quienes estuvieran menstruando, aun cuando las mujeres menstruantes están excusadas de orar, y no se les permite entrar al lugar de oración. Pero su llamado estaba dirigido a todas las mujeres, debido a su preocupación de que ellas tomaran parte de estos dos benditos acontecimientos, y participaran en las reuniones justas de los creyentes, uniéndose en las takbirat y las ad‘iah, y siendo parte de la vida pública del Islam.
 
El deber del Imam de exhortar a las mujeres
 
El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, estaba interesado en la enseñanza y guía de las mujeres, y quería que jueguen un rol en la construcción de la sociedad musulmana; por eso, dedicó parte de su jutbah a las mujeres. Él, sallallahu ‘alayhi wa sallam, se aproximaba al sitio donde las mujeres se reunían y les recordaba y exhortaba, haciendo de esta acción un deber del Imam. Esto lo encontramos en un hadiz recopilado por Al Bujari y Muslim, de Ibn Yuraiy, quien manifestó: "‘Ata' me dijo: ‘Oí a Yabir Ibn ‘Abdullah decir: 'El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, se levantó en ocasión del ‘Id Al Fitr y dirigió a la gente en la oración. Comenzó la oración antes de la jutbah, y luego se dirigió hacia la gente. Cuando el Profeta terminó su jutbah, se acercó a las mujeres y habló con ellas, mientras se apoyaba sobre el brazo de Bilal, y éste tendía su manto para que las mujeres colocasen su sadaqah en el mismo’. Yo (Ibn Yuraiy) le pregunté a ‘Ata': '¿Era el Zakah Al Fitr?' A lo que él respondió: 'No, era la sadaqah que ellas daban en aquella época; una mujer arrojó su anillo dentro del manto de Bilal, entonces, otras siguieron su ejemplo'. Le dije después a ‘Ata': ‘¿Es acaso un deber para el Imam acercarse a las mujeres y dirigirse a ellas al finalizar su jutbah?’ Él me respondió de la siguiente manera: ‘Ciertamente que lo es. Ése es un deber de ellos; y es incorrecto que no lo hagan actualmente’".
 
De acuerdo a este hadiz, el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, exhortaba y recordaba a las creyentes para que aceptaran la sadaqah que ellas mismas concedían voluntariamente. Otro hadiz, también recopilado por Al Bujari y Muslim de Ibn ‘Abbas, que Al-lah Esté complacido con él, a través de Ibn Taus, añade que el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, recordaba también a las mujeres su bai‘ah (juramento de fidelidad) y reconfirmaba su adhesión al mismo. Ibn ‘Abbas dijo al respecto: "Yo asistía a las oraciones del ‘Id junto al Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y (después de su muerte) con Abu Bakr, ‘Umar y ‘Uzman. Todos ellos acostumbraban realizar la oración antes de la jutbah. El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, cierta vez bajó del minbar, y es como si pudiera verlo ahora, indicándoles que se sentasen, luego salió de entre la multitud hasta llegar a las mujeres, Bilal se encontraba junto a él, y recitó: {¡Oh, Profeta! Cuando las creyentes se presenten ante ti para prestarte juramento de fidelidad, comprometiéndose a no atribuirle copartícipes a Al-lah...} [Corán 60:12]…Hasta el final de la aleya, luego dijo: '¿Vosotras os adherís a esto?'Solamente una mujer contestó: 'Sí, ¡Oh, Profeta de Al-lah?' Y él no conocía, hasta ese momento, quién era ella. Dijo él: 'Entonces dad la Sadaqah', y Bilal extendió su manto. Al hacer esto, el Profeta dijo:'Vamos ¡Que mi padre y mi madre sean sacrificados por vosotras!' De este modo, comenzaron a arrojar sus anillos y joyas en el manto de Bilal".
 

No hay duda que el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, se dirigía hacia las mujeres en el lugar de oración el día del ‘Id, recordándoles acerca de su religión, y que recibía caridad de ellas reconfirmando su adherencia al juramento de fidelidad, incitándolas a recordar las enseñanzas del Islam y motivándolas a realizar buenas obras. Todo ello se lograba al convocarlas a participar de las oraciones comunitarias en ambos ‘Id. Esto es un signo de la importancia de la oración comunitaria en la vida del individuo musulmán y en la sociedad islámica.

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