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La religión verdadera (parte 1 de 3)

La religión verdadera (parte 1 de 3)

La religión del Islam

Lo primero que uno debe saber y entender con claridad acerca del Islam es lo que significa la palabra misma Islam. La religión del Islam no recibe su nombre por una persona, como en el caso del cristianismo, que fue nombrado por Jesucristo, el Budismo por Buda Gautama, el confucionismo por Confucio, y el marxismo por Karl Marx. El Islam tampoco fue nombrado por una tribu, como el judaísmo por la tribu de Judá y el hinduismo por los hindús. El Islam es la religión verdadera de Al-lah y, como tal, su nombre representa el principio central de la religión de Al-lah (Dios): la sumisión a la voluntad de Al-lah (Dios).

La palabra árabe Islam dignifica la sumisión o entrega de la voluntad propia al Único Dios Verdadero digno de adoración, Al-lah, y quien lo haga se denomina “musulmán”. La palabra también implica “paz”, que es la consecuencia natural de la sumisión total a la voluntad de Al-lah. Por lo tanto, no es una religión nueva presentada por el Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) en Arabia en el siglo VII E.C., sino que es la religión verdadera de Al‑lah expresada en su forma final.

El Islam es la religión que le fue dada a Adam (Adán, la paz de Al-lah sea con él), el primer hombre y Profeta de Al-lah, y fue la religión de todos los profetas enviados a la humanidad por Al-lah. El nombre de la religión de Dios, Islam, no fue decidida por generaciones posteriores de hombres, fue elegido por Al-lah Mismo, y es claramente mencionado en Su revelación final a la humanidad. En el último Libro de Revelación Divina, el Corán, Al-lah afirma lo siguiente:

· {Hoy les he perfeccionado su forma de adoración, he completado Mi gracia sobre ustedes y he dispuesto que el Islam sea su religión} [Corán 5:3].

· {A quien profese una religión diferente al Islam no le será aceptada} [Corán 3:85].

· {Ibrahim (Abraham) no fue judío ni cristiano, sino que fue un monoteísta creyente en Dios} [Corán 3:67].

En ninguna parte de la Biblia encontrarás a Al-lah diciéndole al pueblo del Profeta Musa (Moisés, la paz de Al-lah sea con él) o a sus descendientes que su religión era el judaísmo, ni a los seguidores de Jesús que su religión era el cristianismo. De hecho, Jesús no se llamaba así, tampoco se llamaba Cristo. El nombre “Cristo” proviene de la palabra griega Christos, que es la traducción al griego de la palabra hebrea Mesías, que significa “ungido”. El nombre “Jesús”, por otro lado, es una versión latinizada del nombre hebreo “Esaú” o “Josué”.

Sin embargo, por practicidad continuaré refiriéndome al Profeta Isa (la paz de Al-lah sea con él) como Jesús. En cuanto a su religión, fue aquella a la que llamó a sus seguidores. Al igual que los profetas anteriores a él, Jesús llamó a la gente a someter o rendir su voluntad a la voluntad de Al-lah, y eso es el Islam. Él les enseñó que se mantuvieran alejados de los dioses falsos de la imaginación humana. Según el Nuevo Testamento, él les enseñó a sus seguidores a orar así: “Hágase Tu voluntad en la Tierra como en el cielo”.

El mensaje del Islam

Dado que la sumisión completa de la voluntad propia a Al-lah representa la esencia de la adoración, el mensaje básico del Islam (la religión divina de Al-lah) es la adoración de Al-lah únicamente, y evitar la adoración dirigida a cualquier persona, lugar o cosa diferente de Al‑lah. Dado que todo lo demás aparte de Al-lah, el Creador de todo cuanto existe, es la creación de Al-lah, debemos decir que el Islam, en esencia, llama a la humanidad a alejarse de la adoración de la creación y la invita a adorar solo a su Creador. Él es el Único que merece adoración, ya que es solo por Su voluntad que las oraciones son respondidas. Si una persona le reza a un árbol y sus oraciones son respondidas, no fue porque el árbol las respondiera, sino que fue Al-lah Quien permitió que las circunstancias por las que se rezó tuvieran lugar.

Uno podría decir: “Eso es obvio”, sin embargo, para los adoradores de árboles podría no serlo. De forma similar, las oraciones dirigidas a Jesús (la paz de Al-lah sea con él) o a Buda, a Krishna, a San Cristóbal o a San Judas, o incluso a Muhammad, no son respondidas por ellos, sino que son respondidas por Al-lah. Jesús (la paz de Al-lah sea con él) no les dijo a sus seguidores que lo adoraran a él, sino que adoraran a Al-lah, como afirma el Corán: {Dios dirá: “¡Oh, Jesús hijo de María! ¿Acaso tú dijiste a la gente: “Adórenme a mí y a mi madre como divinidades junto con Dios?”. Dirá [Jesús]: “¡Glorificado seas! No me corresponde decir algo a lo que no tengo derecho”} [Corán 5:116].

Jesús (la paz de Al-lah sea con él) tampoco se adoraba a sí mismo cuando oraba, sino que adoraba solo a Al-lah. Este principio básico está consagrado en el primer capítulo del Corán, conocido como Sura Al Fatihah, aleya (versículo) 5: {Solo a Ti te adoramos y solo de Ti imploramos ayuda} [Corán 1:5].

En otra parte, en el libro final de la Revelación, el Corán, Al-lah dice también: {Su Señor dice: “Invóquenme, que responderé [sus súplicas]”} [Corán 40:60].

Vale la pena señalar que el mensaje básico del Islam es que Al-lah y Su creación son entidades claramente diferentes. Ni Al-lah es Su creación ni forma parte de ella, ni Su creación es Él ni forma parte de Él.

Esto puede parecer obvio, pero la adoración del ser humano hacia la creación en lugar de hacia el Creador se basa en gran medida en la ignorancia de este concepto. Es la creencia de que la esencia de Al‑lah está por doquier en Su creación, o que Su Ser Divino está o estuvo presente en algunos aspectos de Su creación, lo que ha proporcionado justificación para la adoración de la creación, a veces llamándola “adoración de Al-lah a través de Su creación”. Sin embargo, el mensaje del Islam, tal y como lo trajeron los profetas de Al-lah (la paz de Al-lah sea con ellos) es adorar única y exclusivamente a Al-lah y evitar la adoración de Su creación, ya sea de forma directa o indirecta. En el Corán, Al-lah establece con claridad: {Envié a cada nación un Mensajero [para que los exhortara a] adorar a Dios y a rechazar la idolatría} [Corán 16:36].

Cuando se le pregunta al adorador de ídolos por qué se inclina ante los ídolos creados por el hombre, su respuesta invariable es que no está adorando realmente a la imagen de piedra o yeso, o a la pintura o representación, sino que es Al-lah Quien está ahí presente en su interior, o que eso solo representa un catalizador o un recordatorio de Al-lah o de un mediador que llevará sus oraciones a Al-lah. Ellos afirman que el ídolo es solo un punto focal de la esencia de Al-lah y no es Al-lah mismo, o que es una ayuda para contactar con el mediador que llevará sus oraciones hasta Al-lah. Una persona que ha aceptado el concepto de la presencia del Ser de Dios dentro de Su creación en alguna forma se verá obligada a aceptar este argumento de la idolatría. En cambio, aquel que entiende el mensaje básico del Islam y sus implicaciones jamás cederá ante la idolatría, sin importar cómo esta sea racionalizada.

Aquellos que han reclamado la divinidad para sí mismos a lo largo de los siglos, a menudo han basado sus reclamos en la creencia errada de que Al-lah está presente en los humanos. Simplemente afirmaron que, si bien en sus creencias Al-lah está dentro de todos nosotros, Él está “más presente” en ellos que en el resto de nosotros. Estas personas han dicho que, en consecuencia de lo anterior, debemos someter nuestra voluntad a ellas y adorarlas, pues son Dios encarnado o Dios concentrado dentro de una persona.

De modo similar, aquellos que han afirmado la divinidad de otras personas después de su fallecimiento, han encontrado terreno fértil entre aquellos que aceptan la creencia falsa de la presencia de Dios en los hombres. Aquel que ha captado el mensaje básico del Islam y sus implicaciones, jamás podrá aceptar adorar a otro ser humano, en ninguna circunstancia. La religión de Dios es, en esencia, un llamado claro a la adoración del Creador y al rechazo total de la adoración a la creación en cualquier forma.

Este es el significado del lema del Islam: “La ilaha ila Al-lah” (no existe deidad alguna excepto Al-lah). Su repetición lo lleva a uno automáticamente dentro del redil del Islam, y la creencia sincera en ello garantiza el Paraíso.

Por lo tanto, se informa que el Profeta final del Islam (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) dijo: “Aquel que diga ‘No hay Dios excepto Al-lah’ y muera manteniendo eso, entrará al Paraíso” (Bujari y Muslim).

Ello consiste en la sumisión a Al-lah como el Único Dios, obedeciendo Sus mandamientos y rechazando el politeísmo y a los politeístas.

Ver las otras partes del artículo:

Parte 2 de 3

Parte 3 de 3

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